Y las olas, gracias, no paran de llegar.
Tu imagen a contraluz no se si viene o si va.
Se contempla a esta altitud un despliegue de ansiedad.
Como la ola al muelle no me paras de pegar,
seguí empujando total acá estoy.
Si ves que te falta un objetivo hasta el muelle podes caminar,
hay muchas olas que rompen,
puedo su furia amorosa sentir.
En la piedra, los mejillones, conviven amontonados.
Imagino la muerte a mi lado y me pide que siga acá,
es su sueño igual al mío, casi una pareja ideal.
Y en el muelle las olas no paran de pegar.
Golpeá que es agua bendita
y hasta el frasco mas grande puede colmar.
Mientras el cerebro matutino te pregunta a donde vas.
domingo, 8 de febrero de 2009
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